marzo 01, 2009

El Curioso Caso de María Iginia Silva




"...Y mi mente debe entender que la gente tiene su espacio y yo el mio..."
Sí, me lo digo todos los días.





Nació en circunstancias bastante extrañas. No entiendo por qué apareció este trastorno en mi cabeza después de transitar por el Metro de Caracas por tanto tiempo. Pero el hecho es que ...




No puedo escuchar, en lo poco que se puede descifrar un aviso del conductor del Metro comunicando lo siguiente: "Se les informa a los señores usuarios que el tren posee 238376363 averías, 22667812 rieles rotos, 3 suicidas en los rieles, por lo que presentamos un FUERTE retraso; recomendamos utilizar vías terrestres, gracias". En este preciso instante, mi mente comienza a jugar con mis ideas, y la imaginación me va proyectando los siguientes escenarios: retraso, gente parada, gente entrando y saliendo desesperadamente, gente parada de nuevo, me están quitando el aire, continúa el conductor con sus recomendaciones, debo salirme pero ya porque..."




Tengo que salirme ajuro, porque se avecina un descenso de mi 1.64 metros de altura a un 1.64 centimetros de largo a largo. Sí vale, entendiste, me estoy desmayando. Rápido, se me está poniendo todo negro, estoy sudando frío, guarda el celular rápido, porque ya está el punto de información del Metro a escasos centímetros. Levanto mi mano, ya moribunda, hago una especie de Titanic contra el vidrio donde se adquieren los tickets, y no recuerdo más nada durante pocos segundos...



Hay gente a mi alrededor, 3 hombres insisten en vestirme, porque el show no era nada normal, y el peso mucho menos. Abro los ojos, ¿un militar?, qué importa, estaba siendo rodada en un banquito que no tenía rueditas, ¿qué pasa con el servicio médico del Metro? Llegué a mi nuevo sitio favorito, a mi nueva segunda casa, la enfermería del Metro de Caracas...




" Sí sí, el pulso bajo, se le bajó la tensión mal, está bastante pálida... Un aguita con azúcar..." Volví.


Señores esta locura se llama, según el diagnóstico IMPRESIÓN: No puedo estar en sitios cerrados y con mucha gente, porque acto seguido, todo el show que acaban de leer. Lo peor es que no se quita ni con Ibuprofeno, ni Atamel, ni Tachipirín, Ni quimioterapia. Tengo que meditar, imagínense! Tengo que estar en el Metro (lugar considerado por mi mente como sitio cerrado donde hay muchas personas) diciéndole a mi cabeza, a mi mente que la gente tiene su espacio y yo el mío, por lo tanto, no te desmayes, loca.

Sucede, es lo cierto. Por qué sucede, no lo sé; por qué ahora, tampoco. Puede complementarse con la presión generalizada que hay en un país que desciende como yo poco a poco. Los examenes de sangre arrojan que no tengo absolutamente nada. La vaina es psicológica.


Que ¿qué hago?, burlarme de mí misma. Es la vaina más curiosa, más zonza que me ha pasado. ¿Será un peo hormonal?, ¿stress?, ¿rutina?, ¿las elecciones cada 3 meses?.


¿Puedes entender hasta dónde puede llegar la mente humana?, controlar síntomas de esa manera, que se me baje la tensión, me ponga blanca y me desmaye, y con sólo extender las piernas en el aire, vuelve todo a la normalidad.


Si tienes un caso más extraño que el mío, pues manifiestate, sino, te doy permiso de que te burles.